26.4.07

Acassuso 2 - Colegiales 0

`` Se lo comió como un campeón…´´

Derrotó por 2 a 0 a Colegiales, y gracia a ello y a que Justo José de Urquiza no pudo disputar su encuentro, quedó como el líder de la tabla de posiciones. Romero y Figún, la figura, los goles de un equipo cuya tarea fue a lo campeón…

Una tarde para el olvido representó en Colegiales. O dicho de otra forma, para el recuerdo en Acassuso. Y más todavía: pudo haberlo goleado. Lo cual es noticia. Así como también lo fue un imprevisto cambio de último momento que se digitó horas antes de comenzar el partido, y que sin duda alguna, hizo mella en la faena de quien a la postre terminó perdiendo. Es que su entrenador, Sergio Rondina, sin razón alguna, por lo menos para nosotros, efectuó una variante en el sistema táctico del equipo y a su vez, en la alineación que él mismo había confirmado la noche anterior. Del 4-3-1-2 con el que venía desenvolviéndose y de hecho, consiguiendo buenos resultados, pasó a un 3-4-1-2 y con Crespín por Pereyra. Lisa y llanamente, allí nos parece que comenzó a perder el duelo el conjunto de Munro. Porque no obstante, y si bien a los pocos minutos la visita retornó al sistema original al concretarse el ingreso de Pereyra por Carranza (ya estaba la cosa 1 a o) dado que éste debió retirarse por una lesión, se vio envuelta por una ola de desconcierto, confusión e inercia dentro del campo, que terminó siendo aprovechada por los de De La Riva, quienes con bravura, carácter, orden, viveza y buen manejo de pelota, ratificaron lo que uno luego del empate del mismísimo Colegiales ante Argentino de Merlo, llegó a manifestar: No está para salir campeón. Es cierto, matemáticamente no quedó sin opción alguna, pero si lo analizamos desde el punto de vista futbolístico, sí.
El primer tiempo habría que subdividirlo en dos partes. Hasta los 30’ sería una de ellas. Y en consecuencia, los últimos 15’ la otra. ¿Por qué enfatizamos esto?, porque fue en la primera en la cual Acassuso evidenció todas sus intenciones al esgrimir un fútbol compacto, inteligente y provocador de los primeros grandes signos de alteración en su rival. Alonso era sinónimo de concentración y fiereza. Nicolás Minici era salida constante por su lateral, ya sea con pelotazos, como con pases al pie de cualquier compañero. Fonzalida era alternativa de recepción siempre. Friedrich era presencia constante de personalidad cuando una determinada jugaba lo solicitaba. Moramarco, el Guillermo Barros Schelotto de la `` C ´´, era rapidez, desborde y un síntoma de molestia permanente. Romero era altura, partidor de temor y precaución, y claro está, gol. Y Figún. Bueno, que decir de Figún. Del mejor diez que tiene la categoría. Un enganche que entiende el fútbol como pocos. Que mira a un sector y ubica al otro, que cambia de ritmo en el momento justo y desaira a cuanto defensor o volante lo intenta marcar. Que no es previsible a la hora de facilitar una asistencia o eludir a un rival, y aparte, por si lo dicho no fuese suficiente, que le pega a la pelota con una exquisitez propia de un diez. Brillante lo de Figún. De hecho, el primer gol, el que se dio a lo 10’, se originó por una escapada en velocidad de este jugador desde casi la mitad de la cancha, y subsiguientemente, por un pase preciso para Leonardo Romero, quien con un zurdazo, abajo y esquinado contra el palo izquierdo, hizo estéril el intento de rechazo del arquero Andrés Verza. Sin embargo, como anticipamos, ingresando al tramo final de la primera parte, en el local mermó su producción de tal manera, que lo conllevó a replegarse contra su propio campo y otorgarle `` al Tricolor ´´, el espacio, el tiempo y el control de la pelota. Aún así, éste no logró gravitar de tres cuartos en adelante. Sí, el irresponsable cuestionamiento que le realizó Alonso, y que en resultado le significó la roja directa por parte de un Mauro Vigliano que arbitró mal. Porque no pitó en jugadas merecedoras de serlas, y porque cuando lo hizo, fue benévolo con sus sentencias. Es decir, debió haber sacado más tarjetas. Entre ellas, una roja a Alejandro Friedrich por un claro codazo que impulso contra el rostro de Cóceres. Pero esto no de dio, y con ello, más lo explicitado líneas anteriores, se diluyó el primer capítulo. En el complemento, la tónica del partido no cambio demasiado. Sí con respecto a que en este capítulo, todo fue del campeón, `` del Quemero ´´. Pelota, espacio, tiempo, serenidad, criterio…Todo. Y a raíz de eso, quien por algunas horas quedó como puntero dado que Justo José de Urquiza no jugó, dijo: `` Liquidemos esto ´´. Y lo liquidaron. Con un simple pero expeditivo pase de Minici para Figún a los 9’, y un remate consecuente de éste al segundo palo del arco defendido por Verza, `` Ssuso ´´ le puso el moño a un partido en el que su principal pecado fue no haber goleado. No obstante, lo superfluo sirvió como para que los unos se florearan tocando y haciendo circular libertinamente la pelota, por momentos, como si les representara algo de todos los fines de semana, y para que los otros, en una confirmación final de lo que fue su tarde, no puedan exponer en algunos pasajes más de tres o cuatro pases seguidos. Y para colmo, aunque no sorprendente dado los determinantes inconvenientes que ostentó, descompensados por doquier en el aspecto táctico. Uno no lograba divisar si Colegiales seguía con el 3-3-1-2, o con el ingreso de Sebastián Tagliabue, tardío por cierto, se había reformado a un 3-3-3.
En fin, en una pura demostración de buen juego, ganó Acassuso, se ubicó como puntero por lo menos por algunas horas, e incrementó sus esperanzas de conseguir el ascenso directo, de forma proporcional con el temor que instauró en todos aquellos que seguirán pelando hasta el final por evitarlo.

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